Cuando era chica, íbamos con toda mi gran familia a Chauria, el campo de una tía en Paraguarí a pasar juntos algunos fines de semana. Nos gustaba mucho hacer expediciones juntos. Casi siempre craneados por mi papá y tío Walter, y seguidos fielmente por toda la prole. La idea una vez fue ir a descubrir el famoso Salto Cristal, bastante desconocido aún por los paraguayos, en el año 2002.
Nos subimos todos a la van de papá y empezamos el camino de asfalto y luego tierra hasta donde se pudo. Había llovido mucho por lo que decidimos parar el auto y seguir el camino de tierra a pie. Nadie tenía ni la menor idea de lo que le esperaba a este grupo de adultos, adolescentes y niños chiquitos. Para empezar, no sabíamos muy bien dónde estábamos ni cuánto faltaba.
Nos perdimos por no ver la flechita minúscula en un cartel y algunos comenzaron a alucinar que escuchaban una cascada de agua (?). Con todo eso encima, los bichos empezaron a atacar. En uno de esos ataques, supuestamente una víbora le mordió a mi hermano mayor, que volvía gritando y corriendo desde más adelante; a lo que mi madre, desesperada, se saca el corpiño para proceder a un torniquete en el brazo. Luego me pican dos abejas en la mano a mi, y eso, más el calor, el cansancio y mi personalidad dramática lograron que me sentara a rendirme, y morir. Si, literal, se lo dije a mi papá: no puedo más, me voy a morir acá, sigan sin mi.

Pero así es como creía que crecí, pensando que era una debilucha. No recuerdo cómo fue que me enteré de la existencia del Camino a Santiago; pero varios meses atrás, lo vi en el Facebook de una amiga paraguaya que valientemente lo estaba haciendo sola. Despertó mi curiosidad y empecé a buscar videos de gente que lo hacía y contaba su experiencia. Dudas. Reflexión. Mejor no. Mi plan era estar en España octubre y noviembre del 2017 para empezar mi trámite de la nacionalidad española. En octubre me inscribiría a un programa de nómadas digitales en Barcelona llamado UNSETTLED (ya escribiré al respecto) y en noviembre, no tenía mucho que hacer.
Llegué casi el fin del mencionado programa y en una de las noches de despedidas con el grupo, estaba esperando en fila para ingresar a mi boliche favorito en Barcelona, Jamboree. Btw, allá suena el hip hop más genial de la historia del u-ni-ver-so. Esperando nuestro turno para entrar y haciendo conversación con mi acompañante, Lala, le cuento que no tengo nada planeado para hacer en noviembre y eso me desesperaba un poco. Que se me había ocurrido tal veez ir a hacer el Camino de Santiago, pero que no me creía capaz, así que lo descartaba. Para mi sorpresa, ella me cuenta que hizo El Camino un par de años atrás. Desde Francia caminó hasta Santiago, fue hasta Finisterra y decidió seguir caminando hasta Portugal y volver nuevamente a pie hasta Santiago. WHAT. Me mostró el tatuaje en el pie dedicado al Camino y me alentó a que lo haga. Qué es lo más hermoso que le sucedió en la vida.

La necesidad de hacer algo que ocupe mi mente y me haga pensar claramente acerca de todos los aspectos de mi vida me empujaron a animarme. Tenía 20 días libres, ganas de una nueva aventura, otro duelo amoroso y la curiosidad de ver que tal me iría. Todo cerraba. En la fila del boliche, decidí que lo haría yo también. Era un sábado por la noche y empezaría el lunes.
El 02 de noviembre del 2017, empecé. Pasito a pasito, desde León, hice 25km a pie.

Llegué a la tarde a un albergue en San Martín del Camino. Pagué 6 euros y me llevaron a la habitación comunitaria, de muchas camas, en donde no había un alma más que yo. Me quedé profundamente dormida, así como estaba, un poco mojada por la lluvia y muerta de frío. Al despertarme por la noche sentí demasiado silencio y fui a ver quién más estaba por allá. Nadie. Pero me encontré en la sala un libro que me acompañó ese día, y hasta el final.
El libro se llama WILD y trata sobre la historia real de una mujer de 27 años que decidió caminar sola con una mochila, sin experiencia ni idea de lo que le esperaba, 1.770km de sol, nieve, desierto, víboras, osos, insectos y mil quién-sabe-qué peligros más. Desde México hasta Canadá. En su soledad analiza y reflexiona sobre su vida. Aprende y se conoce a ella misma. Entiende que es lo que busca de la vida y trabaja en su paz interior. ¿Pero por qué? semejante locura, dirán? No lo sé. Creo que los dramas existenciales por los que todos pasamos en algunos momentos de la vida, nos llevan en busca de la espiritualidad y de actividades un poco raras, para evolucionar. No se si la entiendo, pero creo que hice algo parecido, aunque más breve. En ese libro, me veía yo.
«Nada me había preparado para aquello, cada día en el camino era la preparación para el día siguiente» – Wild.
El segundo día fue catastrófico para mi, y conlleva una enseñanza para todo el que quiera hacer el camino. No te confíes. Me levanté esa mañana, toda adolorida y me dije: hoy volveré a caminar los 24 km necesarios hasta Astorga; y lo hice. Llegué muy bien a los 20km. Pero me faltaban 4km más para la ciudad. En un momento, decido ignorar las flechas del camino, e ir por donde yo creí que sería más corto, ya que las flechas venían llevándome por senderos alternativos. Gran error. Camine 5km medio perdida y ya sin batería en el celular. Había retrocedido sin saberlo. Cuando me entero de esto, veo que me faltaban otros 5km para llegar nuevamente a Astorga. Dolor. El cuerpo me dijo BASTA. Pero lo seguí arrastrando; ya no caminaba, rengueaba. Cada paso era una tortura para partes de mi cuerpo que no sabia podían sentir dolor. Ese día, caminé 30km.

El tercer día, con tanta lluvia, solo pude caminar 13km hasta El Ganso. Me ofrecieron un colchón por que el único albergue del pueblito ahora estaba lleno de peregrinos. Lavé mi ropa y me di un baño caliente. Unos chicos que estaban ahí me invitaron a participar de su cena. La reunión fue de coreanos, franceses, un italiano, un belga y una paraguaya, comiendo fideos a la bolognesa y tomando juntos vaaarios vinos. Nos reímos mucho. Hice mis primeros amigos del camino y decidí caminar con ellos al día siguiente.


Otra vez, 30 kilómetros. Con subidas y bajadas de montaña, se nos hizo de noche. Compartiendo la caminata, me di cuenta, que mi ritmo era muy diferente al de los demás. Yo era la lenta. En varias ocasiones tuvieron que esperarme y no quería apurarme por los demás. Estoy haciendo mi camino y mi experiencia, me dije; por lo que al día siguiente, decidí seguir sola. Igualmente, la cantidad de veces que te volves a cruzar con todas las personas que conoces en el camino o en otros albergues por pura coincidencia, son incontables. Todos están haciendo el mismo camino, por lo que los ves de vuelta a todos. Tanto, que una vez distraída con el celular caminando sola me equivoqué de camino y me salvó el ¡Laurraaaaaaaaaaaa This Waaaaaayyyy! Los franceses iban atrás. Pe-la-da.
Otro día caminando sola, paré en Pieros. Un pueblito de dos calles y nada más. Tan solo un albergue, vegetariano. Llegué a las 4 de la tarde muerta de hambre. La señora, Mar, me preparó lo único que había en ese momento; una sopa de verduras (oh oh yo no tomo sopas y menos de verduras) qué acepté y para mi sorpresa, me encantó. Conversando, le pregunto si puedo subir a su sala de meditación que antes vi en un cartelito. Me preguntó si yo meditaba. Si. Luego me preguntó si no me animaba a dar una clase guiada a los demás peregrinos. Nervios. Pero le dije que sí, me animaba. Me presentó en inglés y español, a un grupo de aprox de 10 personas. Avisó que era mi primera vez y que les enseñaría lo que sé. Ejercicios de respiración, saludos al sol y un poco de meditación guiada fue la primera clase que di en mi vida sobre esto, y me encantó. Gracias a Mar ahora soy instructora de yoga y me gustan las sopas de verduras.

En Villafranca del Bierzo, al día 6 de caminata, conocí a las personas que me acompañarán de ahí en más durante todo mi camino a Santiago. El muy bizarro y siempre en las nubes, Xicu, de ibiza y el realista/pesimista, rengo y muy conversador, Albert, de las Islas Canarias. La chica de las fotos es Janet, una suiza que no me quería mucho, por hablar tanto con su objeto de deseo, Albert. ¡Cuántas parejas vi formarse en este camino!


Pero lo que merece un párrafo aparte son los bosques de Galicia. No tenía idea que un ambiente natural podía conmoverme hasta las lágrimas; o quizás fueron la mezcla de emociones y sentimientos por pensar tanto, en los seres que amas o amaste, en mi niñez y los cuentos que mamá nos contaba para dormir, en lo bendecida que es toda mi vida y lo agradecida que en realidad estoy por ello. Detenerme a valorar que a pesar de no tener excelente visión, con anteojos, puedo VER. Que tengo piernas, pies y hasta todos mis dedos para hacer este camino sin problemas. Que tengo a mis padres, que están juntos, se aman y me aman. Que lo que me hace infeliz es pensar en lo que no tengo y que pensando en todo lo que sí tengo, no tengo derecho a no ser feliz. Que el servicio y mi amor a los demás es lo que va a llenar mi corazón. Nunca lo material. Que con solo dos ropas en una mochila, puedo vivir inmensamente feliz. Los bosques de Galicia, me enseñaron eso; a ser inmensamente feliz.




Llegar a Santiago, el día 15, fue horrible. Jamás me sentí así antes. Faltando 3km para llegar me sentía ansiosa y enojada. No me entendía y fue una tortura para mi estar conmigo ese tramo. Llegué a la iglesia de Santiago y no sentí nada especial. Me di cuenta, que por más cliché que esta frase sea, “el camino no era llega”, el camino era el camino, y odiaba que se haya terminado. ¿Y ahora qué? ¿Como que no me voy a levantar mañana a caminar 20 kilómetros? Es adictivo, es automático, es hermoso. Me calmé, me encontré con mis amigos que ya habían llegado y celebramos juntos el final.


Regalarse a uno mismo este tiempo en el camino, es el mejor de los regalos. Cualquiera puede hacerlo y es lo más enriquecedor que hice en mi vida. Por eso, lo haré de nuevo. Esta vez desde el inicio.

Te unís? Eso sí, cada uno a su ritmo.
QUE LLEVAR AL CAMINO DE SANTIAGO DE COMPOSTELA
- Una mochila. Yo elegí una chica de 20 litros en la que entró todo lo que necesitaba. De verdad, no es necesario llevar la mochila más grande que encuentres siendo que es mucho lo que vas a caminar cada día y si estás incómodo/a, empezará a doler.
- Championes o botas tuyas, usadas. No estrenes calzado por que te pueden lastimar y sacar ampollas.
- Bolsa de dormir. No te preocupes, no vas a dormir en el piso, pero en algunos albergues no dan frazadas (en casi todos si dan) así que te metes en la bolsa sobre tu colchón, y listo.
- Campera rompe viento. Me compré una campera de tela finita pero que aguantaba temperaturas bajas, nunca necesité de más abrigo.
- Tres mudas de ropa. </strong>Incluida la que lleves puesta. Vas lavando tu ropa en los albergues. Ofrecen servicio de lavado y sacado por aproximadamente 5 euros en total. Tus medias y ropa interior las puedes lavar en la ducha y dejar secando en la noche.
- Toalla. Recomiendo las que son especiales para viaje, de tela que se secan rápido y enrollan chiquititas.
- Zapatillas. Para ingresar a la ducha y relajar tus pies cuando hayas llegado a los pueblos y albergues.</li>
- Piloto de lluvia. Grande, con capucha y de tela resistente que pueda cubrir tu mochila también.
- Tu celular, auriculares, cargador. No recomiendo llevar cámara profesional de fotos, mucho peso.
- Bálsamo de tigre. O alguna pomada o aceite con lo que puedas hacerte masajes en los pies o en partes del cuerpo que te puedan doler.
- Ibuprofeno. Para los dolores musculares de algunos dÃas, ojo, no abuses con este remedio.
- Tarjeta de crédito/débito y efectivo. Calcula gastar como mucho 30 euros al día.
COSTOS EN EL CAMINO
- Albergues: 7 a 10 euros la noche. Con wifi y duchas calientes. No incluyen desayuno.
- Comidas: 5 euros un bocadillo, así le dicen a los sandwiches gigantes. 5 euros los platos combinados (panceta, jamón, huevo y papas fritas) y 10 euros los menúes de peregrino (con primer plato, segundo plato, postre y bebida). Ojo! te dejan re lleno.
TIPS DEL CAMINO

- Descargate esta APP antes de empezar el camino. Podrás ver las etapas, los caminos que puedes hacer, los kilómetros, las distancias entre pueblos y la oferta de albergues.
- Hay una variedad de caminos que puedes hacer para llegar a Santiago. La más concurrida y conocida es la del Camino Francés desde Sant Jean Pied de Port, Francia, con un total de 800 km. Deberías tener al menos 40 días para hacerlo completo.
- Recomiendo calcular la cantidad de días que tienes disponibles para hacerlo y suponiendo que caminarás aproximadamente 20 kilómetros por día (a veces más, a veces menos) veas desde donde debieras empezar. Por ejemplo, yo tenía 15 días disponibles, por lo que empecé desde León, haciendo 322 kilómetros hasta Santiago. Eso da un promedio posible de 22 km al día.
- Los meses de calor en España son julio y agosto, si decides hacer tu camino en esta fecha ten en cuenta que lo harás con otros miles de peregrinos (ya que los europeos tienen sus vacaciones en estas fechas y aprovechan para hacerlo) y esto dificultará que encuentres lugar disponible en los albergues. Por lo tanto, personalmente recomiendo hacerlo en abril, mayo, octubre o noviembre.Además, la paz que te da caminar sola y tranquila, sin tanta gente a tu alrededor, es maravillosa.
- Los sticks (o palos para caminar) no son ultra necesarios, pero te ayudan (por el apoyo) en las bajadas y subidas de montaña. Yo no los compré y me fue bien. –
- Si no tienes a alguien que te acompañe, no te preocupes, harás amigos en los albergues y en el camino, todos son amables y muy generosos.
- El camino es súper seguro. Puedes dejar tu teléfono cargando en un espacio común y nadie lo tocará. Doy fe de eso.
- Camina a tu ritmo, no intentes alcanzar o pasar a los demás. El camino está para disfrutarlo. Si hiciste amigos, y quieres verlos de vuelta, pacten en que pueblo y albergue estarán parando y allí los verás para compartir nuevamente. ¿Tenes otras dudas? Pregúntame en los comentarios que las respondo.